jueves, 1 de marzo de 2007

Temía despertar y ver que ya no estabas a mi lado, por eso abrí los ojos tan despacio. Tus piernas ya se habían ido, pero me quedé con un par de tus abrazos.

Aquí inicia Eros, el sueño de un soñador, mi sueño, probablemente el tuyo. Es la ausencia de la razón misma, de aquella que frena el llanto, las alas y la locura.

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